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Hay personas que respiran y exigen que los demás se lo agradezcan

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Hay personas que respiran y exigen que los demás se lo agradezcan. Todo, cualquier cosa que hagan quieren que se lo agradezcan, con creces, eternamente a poder ser. 


Este tipo de personas realmente no hacen favores, pareciera que los hacen pero lo que realmente hacen es plantear negocios a sus semejantes, a sus amigos, a sus familiares. 

  • No hacen favores
  • plantean negocios
  • no te lo dicen abiertamente
  • hacen pasar su ayuda como un acto de generosidad
  • cuando menos te lo esperas, te recuerdan aquello que supuestamente hicieron por tí
  • te obligan con compromisos que jamás aceptaste contraer.

Estas personas se escudan trás un falso concepto de gratitud y piensan que en todos sus actos hay los favores que ellas realizan y en los que está implícito el compromiso de devolverlos. 

No se aseguran de comprobar si la otra persona, la incauta, la víctima, también piensa de esa forma, porque de seguro que no será así. Ellas aparecen para cobrar algo por lo que no estás obligado, esperan que se haga algo por ellos, sin que lo pidan incluso, "porque ellos lo valen" y "no se merecen menos", el agradecimiento y sumisión lo entienden como eterno, de por vida se ha contraido una deuda incluso sin haberles pedido ayuda, incluso sin que ayuden en realidad. Todo está en su mente, ¿enferma? o enferma de soberbia. Si no se responde a sus estridentes peticiones, montan en cólera, montan un espectáculo, realmente un show de victimismo que pretende degradar al otro ante sí y sobre todo ante los demás.

Nunca piensan que: “El que hace un favor a quien lo merece, él mismo lo recibe”. Y si lo llegan a pensar, este pensamiento queda fuera de su órbita, su pretendido favor vale tanto que la persona ha de someterse a su requerimiento.

Aunque la víctima finalmente se de cuenta de que el favor no ha sido tal y que una acción que no tiene la menor consideración ha adquirido dimensiones siderales, psicológicamente es una trampa, en estos casos, la tal "ayuda" deviene en un mecanismo de control y manipulación, que el otro opresor activa cuando le conviene. El "delito" está en que se trata de una especie de contrato que nunca fue firmado por ambas partes, pero el agresor lo da por hecho. El que hizo el supuesto , ya favor firmó por los dos. 

Realmente, quien hace un favor, siendo una persona normal, con ético, con moral, no espera que se lo agradezcan, "que tu mano izquierda no sepa lo que hace tu mano derecha". Pero sí existen contextos en los que podemos hacer o recibir favores de forma real, sí quedamos o quedan en deuda, pero no hay exigencia, hay reconocimiento y aceptación. Existe un vínculo práctico, familiar o afectivo en un contexto normal, no patológico. 

Las personas que reclaman favores que no han hecho, pueden hacerlo en distintos ámbitos de su vida, pero fundamentalmente en el ámbito familiar, donde ellos se crecen. Su comportamiento parece responder a un complejo insuperable de inferioridad aunque lo sublimen y aparezca a los ojos de todos como superioridad, soberbia, etc.

Los favores que suponen un negocio práctico, pactado entre personas que no tienen por qué apoyarse necesariamente pero lo hacen, tienen su equilibrio, es un toma y daca; en el caso que nos ocupa no sucede así porque incluso la víctima puede no tener conciencia de haber recibido ese supuesto favor y no haberlo recibido realmente, todo está en la mente del narcisista, del soberbio, está en su mente, en su espacio sideral.

También pueden recibirse favores de personas entre las cuales no exista relación alguna, por simple altruismo.

Cuando lo que une a las personas es una relación más estrecha, afectiva o de lazos fuertes, tanto el favor como la gratitud, por principio, habrían de ser totalmente gratuitos. 

Cuando se ayuda a un familiar, a la pareja sentimental o a un amigo, se hace porque se quiere, nos hace sentir bien y ayudamos a la persona que lo necesita, no debe haber una base de datos en la que registrar favores hechos pagados y no pagados, deudas por cobrar y que el narcisista exige aún si haber hecho nada meritorio. Cuando se lleva la cuenta, no se puede decir que se ha hecho un favor, sino una negociación.

Pero para deshonra de ellas y desafortunadamente, hay personas que sí llevan una base de datos de supuestos favores con cuentas estrictas, que cobran cuando y como quieren, pero nunca se estableció ningún acuerdo, incluso puede que ese supuesto favor no haya existido nunca, que no sea tal, todo está en la mente sideral del narcisista, que para el cobro puede usar el maltrato o la violencia. 

Confrecuencia personas agresivas y conflictivas parecen tender a ser “generosas” con los demás. 

  • Te hacen el favor
  • Después se enfadan, explotan o se ponen histéricos. 
  • Si no dices nada, todo queda bien. 
  • Si dices algo, te echan en cara el supuesto favor, que supuestamente hicieron, aunque no sea tal. 
  • Así cobran impunemente por lo que supuestamente hicieron. 
  • Pueden llegar hasta el abuso físico o sexual.

Sus supuestos "favores" los acompañarán de por vida en su dialéctica, que restregarán cuando puedan, donde puedan y a quien puedan, no solo a la víctima, los demás se tienen que enterar, así el ego se incremente, la mente elevada a altura sideral se pasea inter galaxias sin problemas, "porque ellos lo valen", es narcisismo puro. Mientras cuentan sus "bondades" en realidad lo que están haciendo estos narcisistas es victimizarse. Ellos sienten pena de sí mismos. En su mente tienen una "supuesta larga cadena de favores realizados a cientos de personas", pero esto no es real, está en su mente sideral. En esa "base de datos de favores" están todos los detalles de las veces en que sus "numerosos favores" no han sido correspondidos; y esto que creen sostiene su filosofía de vida, son ellos la víctima de todos los demás.

En ausencia de patologías psicológicas, un favor es fruto de la generosidad y de la conciencia de que todo el que lo necesite ha de ser apoyado por quienes puedan hacerlo. El pago de todo favor es la satisfacción que genera y en la filosofía cristiana el pago no lo hace el humano que lo recibe sino Dios a lo largo de la existencia de quien realizó el favor.


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