Un reactivo emocional es quien se enfada por todo, personas susceptibles, tanto que los demás no saben cómo dirigirse a ellos, cómo le sentarán las cosas, qué actitud tomar frente a él, cómo dirigirse a ellos, lo que complica de forma hiperbólica las relaciones humanas, en las que no hay naturalidad, lo mide todo, lo escucha todo, ve hasta donde no hay nada que ver. La reactividad emocional suele estar asociada a trastornos depresivos. Vivir siempre a la defensiva tiene sus consecuencias para quien vive así y para los demás.
Estas personas reaccionan responden ante las distintas situaciones que se les presentan en la vida, ante los demás en sus relaciones, de forma desajustada, descontrolada, inesperada, desproporcionada.
A estas personas todo les molesta, incluso cosas que se hacen con la mejor de las intenciones, les molestan, su susceptibilidad enfermiza crea barreras que impiden que procesen bien las acciones de los demás, las distintas situaciones, no se entienden ni a ellos mismos. Todo es interpretado desde su punto de vista como una amenaza, como algo amenazante, algo que pretende agredirles. Todo está en su mente, solo en su mente. En contadas ocasiones regulan sus sentimientos dando respuesta acertada, si llegan a comportarse ante los demás en determinada situación, una vez que todo ha pasado, volverán a hablar del tema, criticarán, adoptando incluso aptitudes injustas, sacando las cosas de quicio, etc. Esto supone un derroche de energía que los consume por dentro y que afecta muy negativamente a quienes les toca sufrirlo.
Esta patología psicológica se da tanto en adultos como en adolescentes y niños; y, más frecuentemente en niños y en adolescentes que no tiene aún madurez emocional suficiente, en adultos es una conducta patológica. Es producto de no tener una adecuada regulación emocional, ni la suficiente autoconciencia, ni control de las frustraciones. En estas personas pesa demasiado su hiperbólico ego y orgullo, que es más bien soberbia. En adultos la conducta es patológica.
Numerosas investigaciones apuntan a una más que estrecha relación entre la reactividad emocional, la depresión y/o las conductas adictivas. No controlan, se frustran y buscan satisfacciones & reactividad, frustración, alcoho o drogas, por ejemplo.
Estas personas responden a su entorno deforma impulsiva, sin medir las emociones, sin racionalizar ni procesar , sentimientos, pensamientos, conductas…, apareciendo esta reactividad frecuentemente en sujetos que presentan trastornos de personalidad como por ejemplo la bipolaridad o el trastorno límite de la personalidad.
Esa falta de control sobre la propia conducta y en la que aparece también una respuesta emocional intensa e incontrolada define, por ejemplo, al complejo trastorno límite de la personalidad.
El trastorno límite de la personalidad es la conducta de quienes ponen en marcha una ristre de conductas sucesivas, no adaptativas, en las situaciones que al sujeto le generan frustración y malestar. Las conductas son sucesivas, inadaptadas, enlazadas . El sujeto tiene expectativas demasiado altas, es exigente consigo mismo y con su entorno; y, al no cumplirse sus expectativas terminan frustrándose, el malestar les genera frustración. Estas persona tienen pensamiento dicotómico, lo que viene a condicionar su relación con el resto del mundo y la percepción que tienen del mismo. Presentan comportamientos rígidos y limitan su mundo afectivo, laboral y social.
Todos podemos, en un momento determinado, reaccionar de forma inesperada ante algo que nos genera malestar. Por eso hay que saber que la diferencia entre las personas que tienen una estabilidad emocional óptima y las personas que tienen trastorno límite de la personalidad es que las citadas en primer lugar suelen saber hasta dónde pueden llegar, hasta donde pueden dejarse llevar por una emoción; mientras, en las citadas en segundo lugar presentan una reactividad mucho mayor ante el malestar, pudiéndose llevar a cabo incluso conductas de riesgo.
En gran parte de los casos la reactividad esajerada es resultado de múltiples factores
- ambientales
- entornos desadaptados
- familias sin habilidades educativas
Las personas que están a la defensiva siempre viven en un conflicto constante con ellas mismas y con el mundo. Su mente todo lo percibe como amenaza.
La persona sufre porque se siente herida con cualquier palabra, comentario, acciones, su mente tiene tendencia a tergiversarlo todo, percibe sutilezas que para los demás ni siquiera están presentes, lo que realmente hace es defenderse. En un estado constante de tensión interior cualquier circunstancia puede provocar una intensa detonación, una reacción intensa y desproporcionada en extremo.
Estas personas son en extremo susceptibles, todos les afecta, todo tiene que ver con hacerles mal a ellos, viven permanentemente en tensión, ofendidos, inseguros. Para estas personas es muy importante su imagen ante el resto del mundo, les importa demasiado quedar bien, ser bien considerados, ser considerados en extremo. Por todo ello es como si tuviesen un manantial de donde constantemente está saliendo agua, a veces el agua se enturbia y se convierte en barro puro, barro que no sirve para hacer cerámica, nada constructivo, solo sirve para emborronar su mente, para alejarlos del resto del mundo, para poner barreras con los demás.
No se puede vivir obsesionado por el qué dirán, porque la gente tenga un concepto excelente de la propia persona, no se puede gustar a todo el mundo, además eso sería ocntraproducente. En extremo pendientes de lo que de ellos se dice, de lo que se puede pensar de sus personas. Todo tiene que ver con ellos, pareciera que el mundo gira solamente a su alrededor y que no hay más lunas ni estrellas, ni firmamento alguno, ellos son el astro rey, el sol alrededor del cual giran los planetas. Todo ello produce en las personas que lo sufren un constante sufrimiento, del que pueden o no darse cuenta, hasta que estallan, por algo intrascendente, que puede ser que ni sea real.
Todo este comportamiento viene a hablarnos de una tremenda inseguridad que hace a los individuos rígidos psicológicamente, no son un junco en el río que se dobla según la corriente, reaccionan impulsivamente, con orgullo, con ira que nos habla de su frustración y de su inseguridad tanto como de su inmadurez.
Como el origen es la falta de autocontrol, la solución está en el autoconocimiento y en el crecimiento personal. La reactividad emocional habla de
- nula gestión emocional
- baja autoestima
- autoconcepto poco definido
- problemas de identidad
- inseguridad psicológica
- conducta peligrosa, que lo es tanto para sí como para los demás.
La inseguridad viene a traducirse en rigidez psicológica, inflexibilidad, férreos patrones mentales que no admiten cambio. Todo es un mecanismo defensivo para protegerse de su vulnerabilidad interna. Esta rigidez impiede que empaticen con los demás, aunque su conducta pueda incluso mostrarse como un ser simpático y ocurrente, no es tal, son máscaras que utilizan, su verdadera faz es otra. Por más que pudieran presumir de ello, no empatizan, no se ponen en el lugar del otro, no son capaces de abrir su mente a una nueva perspectiva, ven el mundo desde su prísma óptico sin tener consideración de que cada cual tiene su propio punto de vista y de que su verdad no es la VERDAD con mayúsculas sino algo subjetivo e incluso teñido de cierta patología que oscurece resultados.
La nefasta gestión emocional deriva en un cataclismo en las relaciones humanas, lo que puede llevar a vacíos existenciales, soledad, física y psíqueca porque el sujeto tiene la impresión, además, de que nadie lo entiende. Todo ello dará un resultado negativo en los estados de ánimo.
Si la reactividad emocional no se trata, no se digiere, no se maneja, la persona en cuestión en su interacción con la sociedad, con el mundo, se verá frustrada y su estado psicológico derivará en trastornos mentales. Y esto es así porque un reactivo emocional es un rumiador de pensamientos algo inmaduro que puede ser frecuente en adolescentes pero no en adultos, si esto es así, el sujeto tendrá una sintomatología depresiva.
Es importante considerar que los problemas de reactividad emocional, donde el sujeto tiene serios problemas para controlar sus impulsos, sus conductas y sus emociones, pueden derivar en autolesiones, violencia contra los demás, trastornos de la alimentación, adicciones.
Es fundamental que la persona quiera y sepa
- identificar
- entender
- y manejar sus emociones de forma racional y flexible.
Serán útiles
- Estrategias para el control de los impulsos.
- Desarrollar tolerancia a la frustración.
- Gestionar la ira
- Gestionar la agresividad.
- Aceptarse a sí mismo
- Fortalecer la autoestima.
- Planificar metas
- Cultivar valores
- Cultivar habilidades sociales.
- Cultivar habilidades para la resolución de problemas.
- Técnicas de comunicación emocional.
Saber responder adecuadamente ante las situaciones que la vida presenta sin reaccionar desmedidamente o problemáticamente permite un mayor control sobre la propia persona, lo cual invita al éxito en los diferentes ámbitos de la vida.