Hay personas constantemente enfadadas o un rato alegres y al segundo siguiente iracundas como demonios. Esto no esconde más que inferioridad, baja autoestima y miedos. Pero miedos que no se reconocen ni tampoco se aceptan. La persona, sobre sí mísma, tiene otro concepto muy distinto. Puede ser un opresor o un dictador y pensarse que se San José con la bara florecida de azucenas y todo.
El cerebro no gestiona los pensamientos como es debido y la persona cae en el malestar que le produce rabia y enfado, de ahí a desencadenarse una tormenta iracunda todo es uno.
Con todo esto la persona es una víctima de sí misma, aunque victimice a otros, lógicamente, los pacientes sufridores de un caracter dualista e istriónico. Estas personas están "a merced de los vientos", a merced de los propios razonamientos que no son más que el resultado de un análisis superficial del miedo, que se puede sentir hacia muchas cosas, por ejemplo, no sentirse valorado, creer que pierde puntos frente al resto de las personas con las que convive, pensar que es suyo algo que no lo es y teme perderlo para más inri; tener un sentimiento invasivo, de propiedad o posesividad peraltado que lo proyecta en los demás invadiendo espacio vital, propiedad, quitándo cosas a sus semejantes, etc. miedos.
El miedo hace a la persona vulnerable y un carácter egocéntrico no puede permitirse ésto, luego actúa en consecuencia según su escala de valores, en la que el valor principal es el propio sujeto, él o ella, después ella y nadie más después que ella. Solo ella. A ser posible y si no ya lo procurará de todas las formas posibles. Solo ella.
El miedo hace débil a la persona y quien lo tiene se muestra vulnerable frente a otros y esto lo hace débil. Una persona debil es una persona vulnerable. Este tipo de actitud, la ira, no es sino producto de los miedos que se instalan en el subconsciente, es una respuesta, una huida hacia delante. En realidad estamos ante una persona débil, a la fiera se la vence con inteligencia.
La ira aparece en situaciones que escapan al control de la persona que produce ira, enfado, estas situaciones en las que el individuo no tiene el control total forman parte de sus temores más profundos. El iracundo es como la cucaracha que ataca de frente cuando se ve perdida. Para él o ella es más fácil mostrar y sentir esa ira que reconocer que en realidad lo que tiene es miedo.
Generalmente vemos a más personas enfadarse que a personas que reconocen sus miedos, que pueden ser varios, numerosos, y el carácter de la persona se agria y el estado de enfado se vuelve algo habitual en ella y es muy difícil vivir con este tipo de personas, siempre enfadadas, siempre con reproches, sea lo que sea, da igual, todo le sirve para reafirmarse y necesita reafirmarse constantemente.
En vez de analizar el verdadero por qué de las cosas, el iracundo se obstina y se hace fuerte en su ira, manifestándola, incluso puede llegar a hacerse daño a sí mismo, también a los demás, la ira le produce bloqueo, lo lleva a una situación, a un estado del que no es capaz de salir y lo mismo es capaz de hacer cosas tremendas consigo mismo que con los demás.
Al miedo y a la ira el individuo en cuestión puede responder contra sí mismo, produciendo respuestas psicosomáticas, el cuerpo advierte dolencias que no son sino producto del miedo versus ira; también puede exteriorizarla, como hemos mencionado, contra los demás.
Cuando la ira se proyecta hacia los demás, generalmente el sujeto se basa en la suposición de que es la otra persona o una concreta situación la que produce esa ira, ese gran enfado.
Aunque el individuo esté más familiarizado con la sensación de ira que con la de miedo, que puede negar que lo tiene, la gestión de la ira no resultará sencillo. Tras la ira se encuentran asuntos que el individuo no quiere o teme afrontar.
Detrás de una persona enfadada constantemente hay motivos detrás, aunque no sean lícitos, pero son sus motivos, aunque no tenga razón alguna, pero son sus motivos, que incluso pueden ser pensamientos miserables contra otras personas, pero son sus motivos.
Seguro que te has encontrado con personas que están siempre enfadadas, parece que forma parte de su carácter, sin embargo, tras esa actitud existen muchos motivos que la están manteniendo. La ira es lo que vemos, pero detrás hay un mundo desconocido hasta para el propio iracundo o iracunda.
Los miedos, las incapacidades, producen frustración, bloqueo, lo que lleva al indivíduo que no procesa correctamente sus pensamientos y sentimientos a la ira. Si el individuo no soluciona el problema que tenga, va a permanecer en un estado de malestar permanente, en constante enfado, consigo mismo y con los demás, a los que hará la vida realmente imposible.
Lo lógico sería que cuando la persona experimente sensación de enfado y no entiende las causas, empieze a pensar en lo ocurrido, intelectualice la emoción y acabe por no permitir sentir la rabia, la frustración, la ofuscación, el dolor.
En ocasiones los enfados se acumulan, no se solucionan, se les intenta dar explicación mientras el individuo no está admitiendo que tiene el enfado mismo o la frustración que lo produce. Al restarles valor, se evitan y no se solucionan sino que se acumulan. Pero ciertamente el enfado, la ira, la frustración aparecen respondiendo a una causa profunda que no se está solucionando, la negación hace que se anule cualquier posibilidad de comprender la causa y atenderla. Pero somos un todo emociones, sentimientos, razón y tenemos un cuerpo que somatiza todo.
Cuando la ira se vuelve hacia dentro, hacia dentro del sujeto que la sufre, puede entonces expresarse de otra forma, en forma, por ejemplo, de depresión o de culpa. La ira, el enfado son manifestaciones energéticas con baja vibración, que se diría en física cuántica, la baja vibración produce negatividad. La cualidad con más alta vibración electrónica es la que produce la vida, el amor. Hay que invertir en energía positiva, hay que procurar estar bien, porque si estamos bien, quienes estén a nuestro alrededor también lo estarán. La energía tiene un movimiento y su presencia se transmite como las ondas en un lago al que hemos tirado una piedra. Nos liberamos del enfado, de la frustración, de la ira, comprendiendo nuestros miedos y comprender nos dará la posibilidad de vivir con mayor plenitud. Si no lo hacemos, vivieremos a medias, viviremos el presente en un porcentaje infinitamente más bajo al que podríamos haberlo hecho.
Gasett decía que el hombre es él y sus circunstancias, las circunstancias, la sociedad nos influye, interactúa con nosotros desde nuestro nacimiento e incluso antes, la sociedad puede, tiene poder para reafirmar cosas positivas y negativas en los individuos, el autoconocimiento es fundamental para evitar que se refuercen aspectos de signo negativo y potenciar los de signo positivo.
El autoconocimiento permite que el individuo deje de culpar a otros por lo que siente, por lo que experimenta, puede prescindir de la necesidad de culpar a los demás, de manipularlos y de mentirles o de mentirse a sí mismo.