Este concepto fue elaborado desde el feminismo y desde la óptica de la diferencia sexual, apostando por la constitución de una autoridad femenina que se construye de forma diferente al modo en que se constituye la masculina, en su forma tradicional y que se opone y cuestiona las jerarquías y el poder.
La palabra se entiende como el instrumento básico a partir del que se articula y vertebra esa "otra autoridad'' que a su vez es figura de intercambio pues nadie es en si la autoridad.
La autoridad fluye mediante la palabra que representa al concepto. Así Lia Cigarini afirma que: "(...) la autoridad femenina no replica a la autoridad tradicional (...), porque la diferencia femenina no se mide con la masculina (...) Nuestra búsqueda de autoridad es un ataque directo al sistema de poder masculino (...) La práctica que crea autoridad simbólica de mujeres debe crear también una realidad social o no existe. (...) Y dar los instrumentos para la crítica del sistema de poder. O no existe".