Se ha asociado el desorden con personas inteligentes porque hubo y hay genios que son desordenados, o no, quizás todo lo que nosotros vemos como un tremendo desorden tiene su cálculo detallado hasta límites insospechados, todo tiene su lugar y su sitio pero eso solo lo sabe el autor del desorden, sería el caso, por ejemplo de Einstein o el de Mark Twain.
Pero ni eso es cierto ni tampoco lo es que todo el que es perfectamente ordenado sea una persona excelente, el orden en exceso puede ser el reflejo de alguien obsesivo compulsivo. Decía Benjamín Franklin que “El desorden almuerza con la abundancia, cena con la pobreza y se acuesta con la muerte”.
Generalmente tener desordenada los lugares que habitamos es un reflejo de la desorganización que puede tener a nivel personal, a nivel interno, un individuo. Tener objetos prácticamente amontonados o amontonados del todo habla de alguien que tiene muchas ideas pero que no lleva a puen puerto ninguna de ellas. El desorden de una persona habla de que este sujeto está preso de la confusión interna, le falta estructuración y definición.
La filosofía oriental, el Feng Shui, distingue el desorden según los lugares en los que habite. De esta forma el desorden en la entrada de una casa hablarís del temor que la persona siente a relacionarse con los demás. Si el desorden se centra en la cocina o en espacios en los que se puedan preparar alimentos, estaríamos ante un hecho que nos habla de resentimiento o fragilidad emocional. Si la persona en cuestión le da por amontonarlo todo encima de los armarios, esta práctica nos hablaría de poco control de sentiminetos y emociones.
Por contra, si es debajo de los muebles donde se acumulan los objetos desordenados estaríamos ante alguien a quien importan mucho las apariencias y es muy dependiente de las opiniones de los demás. Si el individuo amontona cosas detrás de las puertas seguramente tenga miedo al rechazo de los demás y/o estaría convencido de que está siendo vigilado.
Amontonar en desorden cosas en el escritorio o lugar de trabajo sería frustración, necesidad de controlar la situación, miedo. Pero si el desorden se mantiene en el garaje, estaríamos ante un individuo que tiene miedo a lo nuevo y tiene torpeza para renovarse.
Cuando el desorden se mantienen en los pasillos estaríamos ante un sujeto que presenta miedo a expresarse y decir claramente lo que se desea.
Quien mantiene desorden en la sala tendría miedo a ser rechazado por la sociedad; y en el comedor sería un sujeto que se siente inseguro de uno mismo y controlado por la familia.
Cuando el desorden se mantiene por toda la casa estaríamos ante una persona que tiene ira reprimida, apática y desinteresada por la vida. En realidad estaríamos ante la suma de todo lo que hemos expuesto anteriormente.
No hay que ser ni excesivamente desordenado ni excesivamente ordenado, esto último podría estar hablándonos de psicopatías, de obsesiones compulsivas, de histerismo, etc. Así que no es preciso tener todos los espacios que habitamos escrupulosamente impolutos, además ésto nos ocuparía quizás un tiempo que no tenemos, nos resta energía para ocuparnos de otras cosas, más importantes, las personas pueden volverse excesivamente exigentes, neuróticas, hurañas.
De lo que se trata es de habitar espacios agradables, no de espacios que puedan crear malestar, espacios que se muevan entre los extremos de no poder moverse por el colapso de cosas acumuladas y desordenadas o de no poder movernos por miedo a que algo pueda quedar fuera de "su sitio". No hay que ser ni sucios ni obsesivos. A tener en cuenta el refranero español que dice que no es más limpio es que limpia más sino el que ensucia menos. De eso se trata, de hacer las cosas en su justa medida.
- Se trata de vivir en espacios en los que nos sintamos confortables.
- No se trata de estar buscando todo el tiempo las cosas porque no las encontramos.
Para evitar el desorden habría que clasificar las cosas según su uso, interesa analizar los tipos de objetos en el hogar o en la oficina, hacer clasificaciones, categorías, grupos y decidir dónde debe guardarse cada grupo y dedicarle un sitio bien elegido para ellos para no tener así que estar cambiando cosas de sitio, lo que facilitará las búsquedas y la localización de los enseres que precisemos en cada momento.
No convien acumular cosas porque sí, amontonadas, ese sería el principio del síndrome de Diógenes. Tener en orden y limpio el lugar en el que te mueves significa que el sujeto en cuestión tiene ordenada y limpia su mente. Limpiar por limpiar no tiene sentido pero limpiar para mantener el orden y la limpieza habla de un entorno depurado, de una vida sana.