El desprecio siempre hace daño se manifieste en la forma que sea puesto que es una agresión que cuyo objetivo es herir y desmoralizar a la víctima. El que desprecia lo que busca es hacer daño a los demás.
El desprecio puede vincularse a
- una palabra
- un simple gesto
- una actitud.
El desprecio juega con el miedo de la víctima a ser rechazada y la víctima puede ser cualquiera, generalmente en la persona hay una necesidad inherente de agradar a los demás; y, cuando alguien expresa su desprecio, la víctima, sentirá un profundo vacío emocional que se convertirá en una herida que puede ser tan profunda y que puede dañar la autoestima de quien sufre el desprecio.
Un rival sabe que el mayor daño que puede hacer a su oponente, aunque este oponente solo lo sea en la mente del agresor, es el desprecio y, como dice el refrán: el mayor desprecio es no hacer aprecio. Es decir hacer el vacío a la persona, ningunearla, hacer como si no existiera, no valorar su trabajo, incluso desvalorarlo. Esto se da con cierta frecuencia en el mundo laboral cuando en vez de compañeros, la víctima tiene hienas alrededor.
El deprecio es una emoción destructiva, una de las que más. Mientras que el odio o la rabia son emociones espontáneas y tienden a desparecer, el despreciar necesita intencionalidad, deseo de dañar a la otra persona a la que se pretende destruir.
El "despreciador" busca ridiculizar y destruir a esa persona víctima, no en vano despreciar etimológicamente viene de desprecio, de-precio, de-preciar, es decir: quitar valor, con el objetivo de que los demás tampoco valoren, no aprecien lo que la víctima vale y así dejarla fuera de combate. Es algo cobarde. El despreciador no mide fuerzas con un igual, la víctima no está compitiendo contra él, ni siquiera puede ser que se haya advertido de su presencia, aunque para despreciar no hace falta estar presente en el mismo lugar que la víctima. Es un acto de cobardía supremo, que requiere además planificación y cierta habilidad.
El despreciador busca maltratar psicológicamente a su víctima, dañarla, destruir su autoestima y su imagen.
Tanto más doloroso el desprecio cuanto más cercano a la víctima afectivamente o familiarmente, sea el despreciador.
Este acto cobarde que produce maltrato psicológico surge en personas vacías, no conformes consigo mismas ni con lo que tienen, son personas llenas de odio y de resentimiento, que viven ni dejan vivir de modo sano y productivo. Necesitan traspasar su malestar a la víctima, a la que en realidad admiran, no quieren que la víctima tenga lo que tiene o sea como es simplemente porque el despreciador no goza de sus cualidades. El despreciador es una persona inmadura psicológica y emocionalmente.
Todos los seres, -humanos y no humano-, tenemos miedo a ser rechazados, necesitamos aceptación, que se nos respete tal y como somos. No necesitamos que nos critiquen, ni que nos juzguen, porque seguramente será de forma errónea; tampoco necesitamos que nos desvaloren, ni que nos valores, pues quizás también pueda ser erróneo el juicio, todo está bien en su justa medida. Nadie puede juzgar a otro porque no ha vivido en su piel.
Es miedo al desprecio es uno de los más comunes. Al rechazarnos rechazan todo lo que somos, el despreciados lo necesita para sentirse alguien, pero eso a la víctima le produce daño, si es consciente del desprecio; le hace daño igualmente si no es consciente del desprecio, que puede producirse en su ausencia, pero cuyo objetivo es su menosprecio, así que en los foros en los que se produzca, independientemente de cual sean estos, el daño va directo al objetivo del despreciador: su víctima, que sufrirá las consecuencias en su carrera profesional, en su vida e incluso puede que en su familia.
El desprecio además destruye la autoestima de la víctima que no entiende qué pasa y puede pensar que no es lo suficientemente válida, aunque sea sobresaliente. Así se han destrozado carreras brillantes a manos de gentuza mediocre.
Toda persona, humana o no humana, necesita encajar en el grupo social al que pertenece, necesita la aprobación de los demás.
El despreciador usa el rechazo como arma para así manipular y hacer daño a su víctima, conoce ese miedo, y se ha especializado en emplearlo para conseguir lo que quiere. Sabe que a su víctima le preocupa encajar y por eso intenta destruirla a golpe de desprecio. Quiere el despreciador que su víctima sienta el rechazo, se sienta vulnerable y por tanto más manipulable. El desprecio es una herramienta efectiva que usa el malintencionado despreciador para dañar y dominar a los demás.
El despreciador no se pone en el lugar de su posible víctima, no es en absoluto empático, busca destruir al otro sin importarle el daño directo ni colateral que pueda ocasionar.
Despreciador proyecta sobre su víctima sus deseos de denigrar, ningunear y destruir la autoestima de la víctima, que puede quedar muy afectada y desarrollar baja autoestima o fuerte sentimiento de culpabilidad o trastornos relativos a la ansiedad.
El despreciador es
- un maltratador psicológico y emocional
- tienen un perfil rígido
- es emocionalmente inmaduro
- también necesita ser aceptados por los demás y quiere serlo por encima de su víctima
- guardan similitudes personales con su víctima (misma profesión, vecindad, etc.)
- ha desarrollado una baja tolerancia a la frustración
- suele caer fácilmente en la ira.
El desprecio incide en la vícti,a:
- en forma de dolor psicológico por el desprecio
- deja heridas profundas en el alma
- genera daño imborrable en la mente
- afecta a la salud en general
- puede afectar a la hora de socializar, de relacionarse
- puede afectar a la realización de las actividades diarias
- afecta en el trabajo
- afecta en la autoestima
- la víctima desarrolla alteraciones en su estado de ánimo
- puede padecer trastornos de ansiedad.
El desprecio produce estrés, que a su vez puede producir
- malestar físico
- trastornos del sueño
- problemas digestivos
- bajada patológica de las defensas
- patologías físicas
- constante estado de alarma o alerta.
El desprecio llega a destruir a una persoan.
Se da el caso por ejemplo de que una persona, profesora de universidad, natural del pueblo sobre el que versaban aquel año unas jornadas, quería llevar a las mismas una conferencia sobre un tema que ya estaba trabajando y tenía más que abanzado una persona a la que habían invitado personalmente los organizadores de estas jornadas y con ellos se había comprometido. La profesora de universidad fue al despacho de la persona invitada a las jornadas y le pidió que le diera el tema que ella ya tenía trabajado y la ponencia a punto de terminar, la persona invitada se negó, argumentando que se había comprometido con los promotores y les había asegurado ponencia sobre ese tema en concreto y le sugirió cualquier tema de los muchos que podía haber tratado en base a la documentación del archivo en el que trabajaba. La profesora de universidad no aceptó aquella decisión. No conocía a la víctima más que de vista, no había sido profesora suya, ni amiga, ni la conocía de nada, pero durante años y aún no ha parado, se dedicó a despreciar e injuriar a la persona que no había accedido a su capricho, hablaba mal de ella a nivel personal, laboral y en cualquier orden que se terciara. Incluso habiéndose ofrecido la persona víctima a ayudarla en un momento crucial para la destructora profesora de universidad a quien muchos llaman "la vizca", más que por serlo por lo torcito que mira a los demás. En vez de emplear sus cualidades para el bien optó hacerlo por el mal. Cada vez que alguien habla mal de alguien sin motivo es sinónimo de que envidia en realidad a la víctima. A veces esta envidia es totalmente irracional. En el caso expuesto lo es porque la depredadora lo tiene todo a nivel profesional y su víctima está en paro, parece que ya se ha encargado ella de eso.
El desprecio es la forma más dañina y cobarde de someter a alguien; y quien lo ejerce no tiene ni compasión ni empatía.
Ante el desprecio hay que tener una fuerte autoestima, justipreciarse, porque el despreciador es un depredador que va a por todas porque necesita sentirse bien haciendo sentir mal a su víctima, tal es su perfidia.
Hay que estar preparado para superar cualquier tipo de desprecio/acoso. Hay que establecer límites y alejarse de esas personas malintencionadas.
Hemos ejemplificado el desprecio con un caso en ámbito profesional, pero no es este campo el único en el que se produce también se da el desprecio dentro de las parejas sentimentales independientemente de cual seal el rol o parentesco y se produce cuando una de las partes busca someter y/o dañar a la otra parte, a la que despreciará para destruir su autoestima y así hacerla más vulnerable a la manipulación.
Cuando una de las partes en una relación quiere romper con la otra persona, emplea el desprecio, le sirve para facilitar el fin de la relación de pareja. En realidad es una forma infantil, poco empática, nada madura de hacer realidad una ruptura. En vez de acudir al diálogo el despreciador usa sus malas artes. No entiende que cuando busca el daño a la otra persona que dice haber querido o que dice incluso querer, se contradice a sí mismo porque no se daña a quien se quiere.
La postura que las víctimas deben tener ante el despreciador es:
- Poner límites, haciendo saber al agresor que no se está dispuesto a soportar su comportamientos.
- Alejarse de esas personas puesto que quien te desprecia no te quiere.
- No perder el tiempo junto a quien quiere dañarte.
- Apoyarse en las personas que aprecian o quieren a la víctima.
- No dejar que la autoestima se vea afectada.
- Reflexionar.
- Quien desprecia lo hace sólo para hacer daño. No tiene razón. No hay que hacer caso a sus opiniones.
- Centrarse en lo bueno que hay en la persona victimizada.
- Si es preciso, buscar ayuda profesional.
- La carga negativa no es tuya, no la aceptes, esa negrura es del despreciador, no es tuya, no la aceptes.
- Cuidar la propia salud física y psiquica.
- Hacer lo que haga sentir bien y comprtirlo con las personas adecuadas, con quienes realmente nos quieren.